lunes, 6 de octubre de 2008

El incorregible hombre detestable.


Apátrida ideal del informal cosmos.
Tierras y mares encabezados de moral absoluta.
La absurda beastialidad del llanto inimaginable de los hombres correctamente políticos.
Corduras, perezas, homogeneidades alteradas en nombre de aquél detestable énte.
Mínimas fueron las manchas de menta, esas que hirieron ojos, brazos, terciopelos marinos y la congestionada ira patriarcal que cubrió con su tela la hermandad perdida.
Sentenciando al oscuro mundo, llevándolo junto al ejército de morsas pálidas.
El detestable espectador de aquella carnicería no ha dormido.
Es ahora cuando se apodera el insomnio de sus náuseas.
Puedo ver las torres paradas de cabeza, se asoman a jalar aire.
La intoxicada agua es perfectamente idealizada, la mugre es lo peor, el pólvo lo mejor.
Bacteria reprimida! Disfrutaste la comida?
Dónde quedó lo evolutivo?
Por debajo de las piedras, entre la sal y los ermitaños.
El incorregible hombre detestable camina sobre los muertos, arriva de smoking.

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