A Mayra.
Estremécete ala izquierda, nunca dunas cavaron el mar, nunca el chamán tuvo espinas.
Inservible arena, adiós al púrpura, quizá el iris aprenda carpintería.
Quizá el sol apague sus velas una noche, y tiente la explosión del navegante.
Una insignia desdichada ú ocupada al resto del navío, es profunda espesura, la tierra no fué agua.
La tierra no se enciende ni carece de minerales, padece de llamas y barcos de papel.
Que por su lado hemisférico sureño viajan las tintas a la piel de junio.
Asciende nebulosa, escapa de la mazmorra, sé perversa y marginal.
No olvides el folklóre guatemalteco, obedece al ruido de la selva.
Descarta toda persuasión intransigente y baila desnuda sobre tu cuerpo.
Recuerda entregar consciencia al mundo de los placeres.
Atalo, no descuides la marea, misma que enfrenta a los sentidos.
Sé una cadena dentro del salvaje ojo de las olas incandecentes.